miércoles, 22 de octubre de 2008

Tan extraño cuando me extrañas y cuando no.

Extraño al principio, cuando te miraba desde lejos sin decirte que desde ya trataba de decifrar el color de tus ojos e iba contando uno a uno los vasos de alcohol que dejabas por ahí para poder considerar acercarme, talvez.

Extraña yo, con mis improvisados intentos de llamar tu atención para poder terminar de decifrarlos en los míos y traerte conmigo a casa entre un par de líneas en las manos porque no eras un extraño para olvidar por la mañana.

Extrañas tus primeras palabras, extraños sus primeros efectos, extraño sentir eso, extraño cómo funcionó y extraño cómo lo dejaste pasar.

Y recién ahora dices que me extrañas?

Tan extraño como al principio, sin ser tan extraño, cómo mierda te extraño, no lo entiendo.

MEH

Singular sensación ésta de parecernos tanto que ya nunca logro diferenciar qué día eres tú y qué día soy yo.

jueves, 16 de octubre de 2008

CAER DE PIE

"El exceso recorre tu sangre y te eleva al infinito para esconderte de lo que has venido a buscar, te golpea pero nunca lo suficiente. Juega contigo porque te has quedado sola y ellos se aburren a la velocidad de tu paciencia, porque no hay quien reclame tus restos mañana, porque tú también produces risas con gritos ajenos".




... Y nunca estuvo más conciente.




Había llegado a mirarlo sin que lo note. Oscura, sin sombra, sigilosa; dispuesta a atacar extraños si era necesario. Una pata tras otra sobre aquel negro suelo que muy bien servía de camuflaje, una pata más cerca a él.

Debo aceptar que en su naturaleza nunca la había visto más decidida, pues tiene la mala costumbre de armar planes tan imposibles que hasta ella misma los termina por rechazar. Luego se queda ahí, de nuevo en cero, llena de frustraciones que ha tenido que aprender a vomitar tantas veces como ha vomitado a sus presas. Esta vez no era así.

Es que no es tan fácil. Ella sale en busca de prisioneros perfectos: mirada de frente, oídos confiados y manos talentosas, pero nunca es suficiente. La simplicidad de sus presas le carcomen los sentidos y se da cuenta que está destinada a cazar, pero que igual morirá de hambre. Así es como se complican las cosas para esta criatura que decide ir en busca de uno tan imposible como sus planes, éste sujeto que ahora vigila con tanta cautela.

Dos piernas y 4 tacos más allá lo puede ver, sentado para su sorpresa, mirando el vaso de whisky como un amuleto de mala suerte, despreciando ese aroma que tantas noches había aprendido ella a decifrar entre sábanas. Estaba ahí, echando mil maldiciones al vaso que miraba como una cárcel de barras infinitas. Él se sentía cupable, talvez; o simplemente se sentía alcohol (quien más que criatura para confirmar los efectos que este hombre producía).

Ella reaccionó con cierta ternura en los ojos, dándole la contra a todas esas señales que venían como flashes a su cabeza. "Recuerda que rió con tus gritos", se repetía contínuamente mientras trataba de no perder el equilibrio entre tanta música y tanto extraño. No podía perdonarlo. Su hemisferio izquierdo lo sentenciaba a morir junto con todo lo que dejó de existir en ella, mientras que el derecho, encendía aquella rídicula esperanza de que él, lo que buscaba finalmente en el fondo de aquel vaso, era a ella.

Incontables patas más cerca a él y aún seguía en guerra con cualquier clase de decisión que se debiese tomar en ese preciso instante.

Es en ese preciso instante donde él se para contra todo pronóstico y osa salir del lugar. Ella, sin pensarlo dos veces, se escabulle por la puerta trasera para alcanzarlo en esa calle vacía de recuerdos.

Así llegó él, con ese saco gris que podía esconderlos a los dos y confundirlos con el cielo de Lima, con ese saco con el que muchas veces la protegió del gélido invierno de sus pies, porque arriba con él, todo era más que perfecto. Esa chalina que olía tanto a él como a ella, con aquellas líneas que se quebrabán con tanta facilidad y esos imperceptibles hilos tercos que se escapaban por ahí, porque habían pasado tantos meses ya desde que ella, por una más de sus manías, había dejado de sacarlos. Aquellos zapatos, casi nunca los mismos pero siempre tan limpios, con los que se burlaba de sus pequeñas patas y con los que percataba lo frágil y vulnerable que era realmente la criatura que escondía entre sus brazos. Nunca mirando de frente pues siempre caminaba analizándolo todo, percibiendo el sonido más esquivo y con las manos en el bolsillo.

Pero su rostro, nada como su rostro en conjunto. Qué divina creación era él ante tan triste y apagada critarura. Qué otro placer si no es el de pertenecerle por una eternidad o las que esté dispuesto a aguantar. Qué otras expresiones si nos son las suyas que tientan tan descaradamente lo imposible, y qué otra criatura para admirarlo que no sea ella.

"¿Por qué?", eso fue lo único que pudo decir... aún distraida, aún balbuceante. Había olvidado todo el resto y que pertenecía al resto, también.

- No me sorprende. Preguntaría exactamente lo mismo, ¿o es que acaso no estamos hechos de la misma mierda?

- Contigo he sido todo lo que juré nunca ser, contigo he practicado el conformismo de no ganar siempre. Contigo he dejado de lado de donde vengo y la rutina para poder sobrevivir.

- Ay criatura, pensarás ahora lo que muchos pensaron de nosotros alguna vez, lo puedo leer en tus ojos. Esos ojos que nos han iluminado tantas noches y que siento que hoy me quemarán vivo.

- No lo haré.

- Entonces te lo pido yo. Nos hemos enamorado de la idea más real que tenemos de nosotros mismos, nos hemos enamorado de aquella sombra que pensábamos haber dejado tanto tiempo atrás. Nos hemos enamorado de la misma maldición que hemos lanzado sobre el mundo entero y que ahora viene a preguntarnos "por qué". ¡Ves! ¿Acaso no entiendes que no hay lugar para nosotros dos? Es por eso que hoy te dejo, aún no aprendo a caer como tú.