viernes, 20 de junio de 2008

RETÓRICA

- ¿Por qué lloras?
- ¿No debería?
- ¿Lo mataste?
- ¿No tendría acaso suficientes motivos?
- ¿Está muerto?
- ¿Se me ve tan mal?
- ¿Entonces qué paso?
- ¿Recuerdas el último juego?
- ¿Ya perdiste?
- ¿No era tan malo, cierto?
- ¿Cuándo he aprobado a uno de los tuyos?
- ¿Cuándo has sido una de las mías?

Hay cosas que no se le dicen a una mujer, gajes del sexo.

sábado, 14 de junio de 2008

VIERNES 13


Había llegado hasta su puerta, sin aviso, por inercia, buscando algo perdido por aquellos años de verdad. Había vuelto por la sombra más estrecha del mundo, que la seguía de vez en cuando, sólo para reprocharle cada uno de sus pasos perdidos. Había vuelto pensando recuperar algo que marcaron a puño y sangre en la lista de cosas imposibles. Nadie quiere a un moribundo y mucho menos, revive a un muerto.

Pero ahí estaba, una vez más, con el corazon semi-latiente entre las manos porque ya no formaba parte de ella, en medio de una noche tan fría que le traspasaba los huesos hasta lastimarla. Talvez como señal o augurio de que algo malo le iba a pasar, pero ella, siempre evitaba dejarse llevar por su imaginación pues solía dejar de vivir en la realidad por meses. Y así, decidió ignorarlo como aquel otro presentimiento, que unas horas antes, la invadió mientras volvía a su casa, y que por suerte, había decidido compartir con una mente ajena. Comentario que luego le iba servir como medicina, pues ella siempre lo supo y así quedó grabado en otra persona, también.

Él salió a recibirla, mucho más alto que de costumbre, con el propósito marcado en cada gesto, en cada sonrisa, y la sentenció a no hablar entre sus brazos. "Te he extrañado tanto", afirmaba. Mientras ella se mordía los labios por no haber dejado de atormentarse con su recuerdo, con ese olor, por aquella maldita existencia que pareciera siempre tan presente, tan real; en esos inefables siete años.

Entraron a la casa. Todo parecía estar tal y como lo recordaba, como si el tiempo hubiera esperado ansioso que se vieran una vez más las caras. Se echaron en la cama que estaba en medio de la sala (él y sus ubicaciones raras), el frío aún la sentenciaba. Ella sabía que las horas avanzaban en su contra, pero tenía muy poco de qué arrepentirse después (en ese entonces), así que comenzó a buscar aquellas respuestas que habían quemado hasta sus días más felices, que habían explotado en cantidades inconcebibles su buen uso de la razón y que la visitaban con tanta frecuencia que parecían haber estado pre programadas para joder. Él respondía con los ojos hacia el cielo.

"Es inútil", pensaba ella, tratando de asentar siempre con la cabeza para no levantar sospecha alguna, pues había jurado, en silencio y con lágrimas en plena garganta, que era la última vez que lo intentaba. Se dió cuenta entonces, que nunca había sido tan libre como en ese instante y, por lo tanto, que había sido imposible encontrar algún tipo de felicidad en semejante cautiverio. Siete años equivocada que muy bien valían la pena ante tan grande descubrimiento.


Y así, decidió dejarlo morir un viernes 13 de junio de 2008.