martes, 16 de junio de 2009

JUSTIFICADA, o no tanto

Una sensación gratamente dolorosa cuando le pones un "worth it" antes del punto final.

domingo, 7 de junio de 2009

VIRUS

Otra noche sentada en el borde de la cama, mirándome en el espejo, descongelando con la secadora de cabello los bloques de hielo que llevo entre las mangas. Me gusta verme la cara de estúpida y ahora sé que no sólo a mí.


DESCRIPCIÓN MÉDICA:

"Presenta síntomas de mal agüero, evidenciados en la acumulación de diminutas partículas crujientes que se han ido formando en un acto casi inmediato sobre sus manos y que le impiden el uso voluntario de las mismas. Secuela que a través de sus bajas temperaturas actúa como prevención de un posible daño de órganos, distracción de teorías evolutivas y como alerta de alguna falla técnica en el sector racional frente a una jodida noticia. Produce cierta coloración azul en los dedos, palpitación y pérdida de reflejos en el área, como consecuencia de la falta de circulación. También puede ocasionar adormecimiento nasal, malestar general, pérdida de equilibrio y espasmos anímicos por el grave exceso de irritación. En casos permanentes, puede traer consigo apatía cardiovascular y ocasionar decepciones de tercer grado. Si el daño persiste, se recomienda amputar el problema o de lo contrario se deberá evitar todo consumo de alcohol."


Así ya no juego.

miércoles, 3 de junio de 2009

IZQUIERDA


El domingo me puse a ver películas de terror sólo porque una amiga se quedaba a dormir (sino arrugo) y a eso de las 6 AM, la suma de las ganas de ir al baño, el miedo al pasadizo oscuro, las medias sin zapatos y mi equilibrio de trapecista jubilado, hicieron efecto. Microsegundos después, me encontraba cagándome de risa en el piso por la facilidad de tortuga que tenía para pararme, no me había dado cuenta que tenía la cabeza clavada en la esquina del muro de mi cuarto. Intenté hacerme a la fuertecita frente a mi compañía que se reía mucho más fuerte que yo, pero mis lágrimas mariconas no se quedaban en su lugar. Ya para el mediodía las dejaba fluir con toda concha y le dije al Rey que me lleve al doctor, pánico número 1.

Siempre pienso que un día iré al doctor y me dirá que me quedan pocos días de vida. Últimamente le echaba la culpa al cigarro, hace unos meses al hígado y antes a mi úlcera, pero sea cual sea el problema, siempre terminaba igual. Esta vez imaginaba algo extraño, como un bicho escondido que podía aparecer en la tomografía. Sí, tomografía porque aunque no había vomitado (máximo indicio de un oh-oh en estos casos) llegué un poco dormida y terminé por perder la conciencia en la clínica.

Soñé, porque me acuerdo, con los fatídicos resultados de mis exámenes y ya veía a mi abuela a mi costado llorando porque a ella saqué lo de llorona. Recuerdo que cuando era chiquita siempre veíamos la Revista Dominical y chillábamos juntas con todos los reportajes que pasaban, obviamente luego venía el Rey y le decía que me estaba dando un mal ejemplo. Recién a estas alturas le comienzo a creer y le doy toda la razón.

Bueno, ya llevaba dos meses en coma porque también soy recontra exagerada. Recuerdo que estaba súper molesta porque no había podido mandar a hacer ese súper regalo que había planeado con tanta anticipación y todo futuro reconocimiento había sido tragado por el estúpido parásito que tenía arriba. Sentía frío, frío y bilis.

A eso de las 5 PM desperté con un dolor de espalda increíble, por un momento pensé que me había caído de culo pero no, eran las malditas inyecciones, pánico número 2. Bueno, no tenía ningún bichito dentro de la cabeza, ninguna mancha extraña ni nada parecido. Podía irme drogada a casa y luego me despertaría lúcida. Corrí a bubu's house porque acá reina el buen trato, la buena comida y el engreimiento supremo se huele desde afuera, aunque debo de aceptar que luego de 24 horas, se vuelve un POCO insoportable.

¿Mi cabeza? mi cabeza está deforme y me desespera tocármela, pero el doctor dice que desaparecerá en una semana. Soy torpe pues, realmente torpe. Sólo las personas que han vivido conmigo o han ido a clases conmigo saben lo estúpida que soy. Cuantas caídas de escaleras, de pabellones enteros, de caballos, choques con torcidas de pie, yesos en los brazos, en el dedo gordo de la mano, collarines, chinchones, cortes y operaciones he tenido. También saben que soy fiel creyente y devota de la teoría que deja como único responsable de todo esto a mi zurdés.

Efectivamente, todos sabemos que el mundo está hecho para diestros y creo que los zurdos tenemos mayores probabilidades de sufrir un accidente. No tienen idea de cómo me costó adaptarme desde que tengo uso de razón, comenzando por aprender a escribir y leer. Escribía al revés y por obvias razones también leía de derecha a izquierda, de final a principio, de no entiendo Miss a nunca entenderé Profe, de "Tú niñita Lastra pasa a mi escritorio para explicarte personalmente" a "Ahora hagamos el siguiente ejercicio en parejas y tú no te preocupes, lo harás conmigo". Así que, porque también soy recontra picona, le dije al Rey que me compre más y más libros hasta que comencé a sacar mejor nota que todos hahaha, ya.

Con respecto a mis manos, caso similar, nunca pude cortar papel. Veía a mis compañeritos desarrollando su envidiable arte abstracto, como cortaban y le iban dando forma mientras yo... yo había dibujado todo bonito pero el papel terminaba arrugándose y lo tiraba todo de cólera, de la existencia de tijeras para zurdos no supe hasta 4 de primaria.

El Rey me ha metido a toda clase habida y por haber para mejorar mi coordinación corporal, equilibrio y sentido de ubicación. Clases de pintura, cerámica, canto, baile, origami, costura, tenis, etiqueta (miedo), etc., pero nunca funcionó del todo pues. Sigo mordiéndome la boca al cruzar la pista, al ver escaleras, al buscar una dirección, al manejar los carritos de Plaza Vea y ni hablar sobre pasar frente a un semental que me guste. Pocos saben hasta lo mucho que me cuesta pasar por una puerta porque siempre me voy contra uno de los muros. Es frustrante, realmente frustrante y gracioso.

En fin, tendré que encontrar a uno que me quiera así y que aprenda a cogerme de la mano para convertirse en mi lado derecho, pánico número 3.