Hoy almorzaba con mi Rey y le contaba lo estresada que estoy porque tengo un trabajo más para el curso de Publicidad. Le comentaba las ganas que tenía de hacerlo bien, que esa va a ser mi especialidad, pero que al mismo tiempo no sabía si alguien tan complicada iba a dar buenos resultados en un arte en donde prima, sobretodo, la capacidad de síntesis. No me comentó nada del trabajo pero me contó cómo siempre supo que iba a terminar ejerciendo esa carrera. ¡A la hora papá! Me he tomado dos años "sabáticos" estudiando Marketing en una Universidad que forma emprendedores de etiqueta y escritorio, supongo que por esas épocas no hablábamos lo suficiente.
Tenía 4 años y estaba colgada como un mono, eso sí recuerdo. No había mejor experiencia que treparme en él para salir a la calle, ser más alta que el resto, sentir cómo se me congelaba la nariz tratando de olerlo todo y ver cómo se molestaba cuando trataba de calentarla hundiéndola en su cuello. También recuerdo que si el olor de alguna calle era insoportable, sacaba mi mejor puchero para que camine 5 cuadras más si era necesario pero que por ese lugar, YO no pasaba.
En una de esas saliditas, cuenta, andábamos por el Centro de Lima porque había decidido llevarme al trabajo. Decidimos ir por un par de gaseosas así que me bajó del trono y entramos a una bodega de la Calle Miroquesada. Ahí, parada frente a la congeladora, me preguntó: ¿Cuál quieres? y lloré - "despacito para no hacerme roche porque conmigo siempre fuiste muy considerada". No podía escoger. Me pasé sacando una por una para ver qué botella era más cómoda, qué color caía mejor con mis medias de distinto color (no sé que mierda tenía mi vieja en la cabeza), qué logo me gustaba más, siempre fijándome en el precio para tratar de entender por qué una costaba más que la otra. No elegí nada y salí de la tienda "tropezándote".
Mi papá corrió a cargarme y me dijo: "Ya mocosa, no vuelvo a ofrecerte nada más pero dame un BUEN abrazo" Qué ricos son los abrazos de mi Rey, aunque ahora son un poco más formales nunca han sido forzosos. Ya por los aires mientras me secaba las lágrimas le dije que espere, me había quedando viendo un afiche que estaba al frente de la Bolsa. "Había un enano sentado en la puerta de su casa, supongo que se había caído porque tenía una herida en la rodilla y su mamá en vez de ponerle curita, le pone una Coca Cola helada. Abajo decía Coca Cola - Es sentir de verdad." YO quería una.
Durante todo el camino hacia la cochera, y luego a casa, comencé a preguntarle sobre ese "comercial" ¿Coca Cola se hace acá? ¿Por qué es negra? ¿La Coca Cola funciona para las caídas? Deberíamos comprar muchas en casa porque me paro cayendo, ¿Uno se siente mejor tomando Coca Cola, no? Te quiero, ¿me quieres? etc, etc, etc.
Aunque sea una de las historias más cursis que he puesto por estos lares, no puedo evitar cagarme de la risa cuando lo pienso. Definitivamente la forma de contarla del Rey y sus comentarios NADA sarcásticos la hacen mucho mejor y jamás podré compararme. Dice que desde ese día comencé a mirar todos los afiches que encontraba en la calle, que le jodía la paciencia, que me ponía picona por cómo me hacían sentir, que yo quería hacer lo mismo con el resto, que si es por eso que creo que no necesito tomar Inca Kola y que de lo único que está seguro es que siempre voy a ser una buena manipuladora, a mi me gusta llamarlo: Confianza.