jueves, 31 de julio de 2008

CON ENCHUFES, CON CABLES

Hace cinco minutos me cagaba de frío, sí.

Siempre me congelo de madrugada, he de ahí aquella manía de dormir con una secadora de cabello a la mano para calentar la cama: porque suelo pasar sola las noches de invierno (he de ahí la estúpida costumbre de extrañar las noches de verano contigo).
Pero ahora no. Ahora estoy la calle, entre árboles, sobre el pasto, sin enchufes, sin cables y con muertos.

¿Algo más frío que esto? pues no hemos conversado en meses. Te preguntarás que es de mí, podría responder si tan sólo no hubieramos vetado tu existencia, pero ando bien, no me puedo quejar. Mis perros andan mejor que yo, supongo, me han dejado de hablar desde que deje de alucinar contigo en mi cama, sin enchufes, sin cables.

Ahora mi padre también es mi mejor amigo, él me recomendó aquel doctor que no hace doler del todo, que me llena de pastillas, que me habla de su esposa, que murió, que la extraña y que se reía tambien hace unas semanas de mis "niñas ideas" hasta que dejó de tener frío en estas noches de invierno (me cuenta que solía usar hasta 3 pares de medias porque se le congelan los pies). Calentar la cama con la secadora de pelo, es algo que siempre funciona.

Con eso me hizo reír, mi padre me hace reir, mis amigos me hacen reir, de hecho últimamente me río por cualquier huevada, me río en sueños y amanezco riendo, mis perros me ven así todos raros y me vuelvo a reír. Me río de ti, de nuestras peleas, del sexo (no lo tomes a mal), del verano, de los viajes, de que ya no sé si existes, si estás, si están, pero bueno... espero verte pronto aunque las pastillas que me hacen dormir ya no me dejan soñar.

martes, 15 de julio de 2008

A

Solía diluir los días en las noches quitándole la descencia a las estrellas con esa mirada gastada, devorada por todas las palabras que no llegaban al aire, que se conversaban hacia dentro, con aquellos gestos que simulaban risas mientras condenaba otras partes totalmente prescindibles, siempre.

Ella miraba siempre sus pies y así caminaba.

Así caminaba: inventando historias, sintiendo el viento a puertas cerradas, dando mil vueltas en aquella habitación tan visitada por fantasmas, muñecas y duendes que tentaban su cordura, jugaban con sus ganas y escondían su memoria. Y había un principe al que esperaba ver por las noches, asesino de todos los astros, cómplice de locuras, protagonista de los finales más felices... en mis manos, no en las suyas.
Solía ser divertido escribir sobre ti.