
Lánguida e insensata nos abrigaba la confianza de nuestros mejores y peores momentos que entre burlas y espejismos ya no nos creen, tampoco quiero hacerte creer. Sé por dónde se escapa la armonía cuando comienzas a besar como un gesto minado.
Duermes tranquilo porque a paso de cangrejo has decidido congelarte mientras yo regreso, gustosamente, a calentarme entre las garras del lobo.