miércoles, 13 de abril de 2011

ALUMNA

La noche pasaba ligera, pero desafiante, rondando puntos nunca antes visitados en un intento de retar nuestros límites (una excusa, la verdad, para castigar con silencio al que cayera primero).

La serena imperfección del humo, dispersándose sobre la mesa, creaba un ambiente al dedo para cada una tus historias. Mientras que por el sur, su pareja coqueta y espumeante, hacía malabares para que no te pese la lengua. Yo sólo cruzaba las piernas.

Los dos sentados: Tu hablando con vehemencia, yo asustada, pero disimulando. Parecíamos un par de anzuelos dispuestos a ser devorados. Intranquilidad entre vivos, pero más muerta que viva al escucharte hablar de ellos, uno por uno, como si esos segundos de asombro, te hubieran marcado más de lo el resto llegó a tocarme en años.

Manipular situaciones ya no parecía algo tan corriente, podía notar las pepitas de oro en cada idea gratamente puesta. Una cosa de locos, pero insistía en seguir ganando puntos vendiéndome como una alumna dispuesta a aprender. Lo admito, tienes cara de ser buen profesor.

Así compruebo una vez más ese afán por personas que parecen ser exiliadas de otro planeta, aquellas mentes de ideas infinitas en donde las casualidades pasan a ser una burda trivialidad diaria. Entonces, comienzo a creer en duendes gigantes, hadas cojas y cementerios radioactivos, otra vez.

Los sueños pasan a ser la única respuesta a la pregunta que solía hacerme: Habrá necedidad de sacrificar una vida más?

...Me contesta la cara con muecas que me salen de la nada.

1 comentario:

Javier F. Noya dijo...

Un texto que me ha gustado, que invita a seguir su desenlace. Placer leer nuevamente tus textos. Besos.