jueves, 27 de noviembre de 2008

VEMOS LA FOTO, ¿Y QUÉ NOTAS?




Bueno P, te diré que es una perfecta imagen de por qué debiste hacer lo que te dije desde el principio y aunque no es tan obvia que digamos, espero hacerte entender un poquito mejor porque las advertencias se dan gratis y ya sabemos que las ofertas no duran para siempre.


Digamos, en una retorcida realidad, que esta imágen se sitúa en Lima, es más, es exactamente la calle entre un parque (el árbol de la izquierda) y mi casa (a la derecha). Vemos entonces una parte de Lima la gris algunos años atrás (no nos pongamos a hablar del tiempo porque la situación sería la misma) con los carros que van y vienen, parece una tarde cualquiera... cuando de pronto suena el teléfono y me preguntas si puedes venir.

"No mi vida, no vengas a verme hoy" - te digo, pero no. ¡Qué terquedad la tuya! (aunque suene un poco irónico viniendo de mi parte, supongo que hoy hablamos de tí).


Agarras un sombrero para el frío, eliges tu mejor saco, el pantalón más cómodo y para esta ocasión tan especial, ese par de exquisitos zapatos nuevos con los que puedes bailar, correr y saltar de maravilla, pero que por nada del mundo puedes mojar, te arriesgas.


Sales muy bien perfumado de tu casa con tu cigarrillo en mano y un encendedor en el bolsillo, decides ir caminando porque la tarde se ve tan fresca y de paso aprovechas en ir pensando todo lo que dirás y lo que no.


Comienza a llover ... ¿Te lo advertí? Claro, yo sabía de la lluvia desde el principio y tú sientes que se hace cada vez más fuerte.


Digamos también, que pasas todos los obstáculos con las justas y llegas a la puerta de mi casa. Tocas el timbre, me demoro un poco en bajar, te abro la puerta, sonríes, te saludo, comenzamos a hablar, oscurece un poco, te preocupas por la hora, te despides, me besas y me preguntas cuando podrás volver a verme, te digo que NUNCA y te cierro la puerta.

¡Pero qué maleducada! De seguro muchos quisieran extrangularme en este mismo instante u otros, con un sentido del humor un poco más desarrollado, pensarán que debí decirle: "estás mojado, ya no te quiero". Yo les podría decir cualquier otra convincente y conveniente situación (excusa) que se me ocurra.

Vas regresando por el mismo camino sin entender nada. ¿Decides irte o tocas de nuevo el timbre? Necesitas saber que está pasando ¿verdad? no puede ser que termine todo de esta manera. ¿Qué haces?


¿Tocas el timbre?

¿Esperas que salga para explicarte?

¿Quieres esa excusa ya?

¿Sabes que hay una excusa ya?


No. Decides irte "que se disculpe ella primero". Entonces regresas por donde viniste, sólo que las calles ahora están llenas de agua, un pozo aquí, otro charco allá, notas que se han ido formando riachuelos, me odias mientras miras tus zapatos... y la verdad mi vida, es que no te dejaré ir.



Sólo debes cruzar ese parque para tomar el bus que te lleverá a casa y yo suelto mi última jugada.


¡Salta, salta, salta!
¿Caerás en lo seco?

En primer lugar, nunca debiste salir de casa.

Segundo, no depende de los mejores zapatos ni del zapatero, depende de mí.

Tercero: Te lo advertí.

Ahora hazlo.

Salta que es lo único que te queda.


Lo siento, ha llovido.

1 comentario:

Ella dijo...

te lo advertí

y luego se quejan de nosotras, cuando las advertencias están bien marcadas en brazos y piernas.

tsss