miércoles, 5 de mayo de 2010

CARTA

Mi preciosísimo inmortal:

Las paredes nunca serán suficientes pese a la cantidad o grosor de las mismas, los seres humanos lo hemos comprobado a través del tiempo; y no me refiero al hecho de hacer historia, hablo de aquellas invisibles que hacemos aparecer como un acto involuntario de supervivencia. Así, van cayendo una a una mientras la costra se pone más dura.

Leerme no significaba entenderme, sólo tenerme/tenerte y a veces eso es suficiente. Lo digo por tí, porque proclamo que te tuve. Aseguro haber sido el sindrome de tu mano ajena, el factor impertinente de tus noches oceánicas, la envidia sensata de tu falsa locura y, sobretodo, la razón más grande de esa duda que no respondes porque soy YO la respuesta.

Pides ayuda y te escondes. Peor aún, te escondes, luego te quejas y chillas peor que cobrador de combi. Terminas por colarte en un mundo que ha sido formado por otros y copias de los demás el siguiente paso que te toca dar. Tú saltas, te encanta saltar porque tú
siempre adelante o arriba si te ven en vertical.

Los que te quieren te lanzan una sonrisa y pasan la mano por tu cabeza. Ahí estás de nuevo sintiendote vivo porque te ven, porque te miman, pero no te entienden. Sentirte diferente te tiene más cerca, o como leímos una vez "Sólo la emoción perdura. Sólo la armonía quiebra".

A veces pienso que hablo de la misma persona cuando lo leo, pero me niego tajantemente a que tengan el mismo final. Me pregunto por qué te gusta tanto y aquí la respuesta eres TÚ.

"Lo insufrible era el egoísmo y su hijito, el dolor".

Ya no te lastimes, por favor.

Todo eso con deseos de conservarte, conmigo o con otra:

- Tu petite mort.

3 comentarios:

Angel Castillo Fernández dijo...

¿Podrán las palabras atravesar las paredes?

Nats dijo...

Eso espero

Javier F. Noya dijo...

Fue: vengo de recalada en recalada y paso por aquí. Bello texto y se nota el fuerte sentimiento. Parece que se te ha cruzado alguien con un poco de su yo sin resolver, necesitado de espejo para sentirse que es. No quita eso la belleza de tu carta. Volveré.