
jueves, 19 de agosto de 2010
SHAME ON YOU!

viernes, 23 de julio de 2010

Lánguida e insensata nos abrigaba la confianza de nuestros mejores y peores momentos que entre burlas y espejismos ya no nos creen, tampoco quiero hacerte creer. Sé por dónde se escapa la armonía cuando comienzas a besar como un gesto minado.
Duermes tranquilo porque a paso de cangrejo has decidido congelarte mientras yo regreso, gustosamente, a calentarme entre las garras del lobo.
jueves, 10 de junio de 2010
Pasos guía o whatever

- El hombre que me ame será complicado. Lo suficiente como para tener la cabeza inundada de ramas en donde sólo seré, sin mucha molestia, una jaladita más. No pretenderé ser fruto, pero le daré vida. Él a cambio me dará tranquilidad.
- El hombre que me ame será egoista. Lo necesario como para priorizar sólo sus problemas y nunca notar que soy el peor de ellos. Así evito comenzar en el casillero de "por resolver" y terminar oxidándome en el de "recordar no volver".
- El hombre que me ame será inteligente/ísimo. Tendrá que pasar de neurona a neurona antes de someterme de pies a cabeza. Nunca terminaremos de resolvernos, pero yo le daré el reto y él será mi motivo.
- El hombre que me ame será un buen mentiroso. Suficiente dosis tengo ya de realidad como para preocuparme por las cosas que se me pasan. En un concenso imaginario yo responderé sus cumplidos y él será mi perfecta verdad.
- El hombre que me ame será más terco que una mula. Tengo tatuada la palabra "terror" en la frente y "miedo" en la mano izquierda. Cualquier coqueteo no pasará de un "hola, te saludo por cuestión de adrenalina" y "chau, fue demasiado, ya me asusté". Prometo pagar la demora con creces, él crecerá dentro de mí.
- Y por último, el hombre que me ame estará loco por la simple idea de ¿quién carajos me amará con tanta huevada?
En fin, Criatura muy bien sabe que las expectativas te carcomen y hay gente que muere viva.
viernes, 28 de mayo de 2010
Se me congela la nariz
Nunca he sido de insistir, no es no, y por eso también odio que me insistan por un principio de justicia personal. Pero, saben mis manos cuanto te he extrañado porque mi edad mental sí se ha dado el lujo de retroceder hasta la época de cuadernos con vinifan llenos de nombres, corazoncitos y juegos para ver a que edad nos casamos. Es gracioso, realmente gracioso. Son esos impulsos inconscientes y esa simplicidad tan antónima de descripciones rebuscadas lo que hace que esté disfrutando tanto de mi sinceridad. Aunque duela, es rico.
martes, 11 de mayo de 2010
MANZANA/MANZANO
Tengo una favorita. Manzana/manzano ha resucitado con el clima para hacerme el favorcito de Newton y darme una buena dosis de gravitación universal, con cachita para los que afirman que a golpes no se aprende.
Sus propiedades medicinales le han hecho cariñito tanto a mi hígado como a mis neuronas y sus propiedades laxantes están espantando al cuco fuera del ropero y sacando al payaso debajo de la cama. Los sueños simplemente se dan porque por fin puedo dormir, así que de pesadillas no se le culpe a Manzana/manzano que jamás será fuente de discordia.
Todo lo contrario. Manzana/manzano no estará madura, pero mucho menos está podrida. Tiene toda la voluntad de cambiar mis ánimos y endulzarme sanamente como una buena dosis de sidra austeriana. Así que ven para acá que de cerquita te huelo mejor, pero a mí no me engañes poniendote rojito, preguntémosle a Eva que ya ha caído.
Por ahora tú y yo tenemos un trato... o cómo le diría Claire a Drew Baylor:
Así que por ahora todo bien. Tú me ayudas, yo te como.
miércoles, 5 de mayo de 2010
CARTA
Las paredes nunca serán suficientes pese a la cantidad o grosor de las mismas, los seres humanos lo hemos comprobado a través del tiempo; y no me refiero al hecho de hacer historia, hablo de aquellas invisibles que hacemos aparecer como un acto involuntario de supervivencia. Así, van cayendo una a una mientras la costra se pone más dura.
Leerme no significaba entenderme, sólo tenerme/tenerte y a veces eso es suficiente. Lo digo por tí, porque proclamo que te tuve. Aseguro haber sido el sindrome de tu mano ajena, el factor impertinente de tus noches oceánicas, la envidia sensata de tu falsa locura y, sobretodo, la razón más grande de esa duda que no respondes porque soy YO la respuesta.
Pides ayuda y te escondes. Peor aún, te escondes, luego te quejas y chillas peor que cobrador de combi. Terminas por colarte en un mundo que ha sido formado por otros y copias de los demás el siguiente paso que te toca dar. Tú saltas, te encanta saltar porque tú siempre adelante o arriba si te ven en vertical.
Los que te quieren te lanzan una sonrisa y pasan la mano por tu cabeza. Ahí estás de nuevo sintiendote vivo porque te ven, porque te miman, pero no te entienden. Sentirte diferente te tiene más cerca, o como leímos una vez "Sólo la emoción perdura. Sólo la armonía quiebra".
A veces pienso que hablo de la misma persona cuando lo leo, pero me niego tajantemente a que tengan el mismo final. Me pregunto por qué te gusta tanto y aquí la respuesta eres TÚ.
Todo eso con deseos de conservarte, conmigo o con otra:
- Tu petite mort.
lunes, 1 de febrero de 2010
ASÍ DE BIEN, ASÍ DE RÁPIDO
No podía ni leer tranquila por tanto alboroto así que optó por ponerse el libro encima de la cara y darle paso al sueño. Ahí fue cuando pasó Roberto (se abstiene de descripciones porque no vienen al caso). Iba corriendo en busca de algo cuando tropezó y cayó delante de ella. Él se enamoró, ella no dudo en quitarle los pies de la cara.
No recuerda ni cómo pasó, su memoria no refrigera expectativas más altas que las de nivel 3 (considerando el 2 como un "no me cancelará" y el 4 como un "amanecerá nublado y no tendré que ir a la playa"), pero ella terminó sentada junto a él, dándole el número de celular correcto y recibiendo en la boca un cucharón de arroz con mariscos, por abajo cruzaba los dedos. Así fue como Roberto no dejó de llamarla los siguientes 5 días y Martina trató de despertarse con cada llamada en contra de todos los antibióticos que la drogaban, lo importante es que parecían sacarle las ronchas y devolverle el color, "¿En qué carajos me he metido?", pensaba.
El siguiente martes por la noche, Roberto la esperaba en la puerta de su casa, le abrió la puerta del carro, le recordó ponerse el cinturón, le prendió un cigarrillo, la llevó al cumpleaños de su mejor amigo, la sacó a bailar, trató de seguirle los pasos, se rió de sus chistes y le avisaba de cada escalón que se cruzaba en el camino para que no se tropiece (Martina había ido con tacos y estaba más zurda que de costumbre).
Lo importante es que pasó la prueba, todos los amigos de Roberto estaban encantados con ella y dada la hora de dejarla en casa, Roberto y Martina ya lo sabían. Roberto ofreció la suya y ella aceptó confiada. Lo hicieron 1, 2, 3, 4 veces. La paranoia comenzó a atacar, por suerte, cuando él ya dormía. "¿Esto realmente está pasando?", pensaba.
Pasaron un par de horas y se despertó con Roberto y el desayuno a sus pies. Él los acariciaba mientras ella comía. Se perdieron un par de horas entre las historias de algunas cicatrices, el significado de algunos sueños y comentarios sueltos que por más estúpidos que eran, a Martina le parecían todo un descubrimiento, pero ya era tiempo de ir a casa y ahora la ansiedad los tenía fumando.
La acompañó hasta la puerta y Martina tiró sus miedos junto a la colilla del cigarro. "Me gustas. Así de bien, así de rápido" Entonces Roberto se agacha, apoya su peso en una rodilla y mirando los pies de Martina, dice: "Ustedes también. Así de bien, así de rápido". Martina no lo dejó besarlos, pero sí lo dejó. Basta de fetichismos.
La idea original era muy distinta...
N ha venido a llevarme de los pies y me ha sentado junto a su cama, justo en el espacio más cómodo. Con sus manos frías puedo sentir como mis piernas irrigan plegarias de salvación, así puedo sumergirme en eso por horas y sobretodo, puedo levantarme de muy buen humor. Me ha acostumbrado a un vista óptima para mi insomnio, como un libro de sudoku y crucigramas para el viajecito en bus de 8 horas. Es así como mis noches se humedecen entre mares de tinta que forman más preguntas con las que puedo jugar. Las recorro inquisitivamente hasta el momento en el que abre los ojos y ahí, siempre considerada, yo cierro los míos. Así comienza otro día, siempre por los pies, a mis pies. Y cada vez que lo hace, por el norte, mi cerebro empuja un poco más de L afuera. Sigue así que no quiero dejar de escribir.
